Como argumentan los autores de esta revisión, que acaba de publicar la revista Trends in Biochemical Sciences, "los bebés nacen estériles de bacterias en sus intestinos. Sin embargo, a los pocos días, cuentan con millones de ellas y a la semana, con miles de millones y todo gracias, precisamente, a los azúcares que provienen la leche de la madre". Se cree que cada uno de los 200 azúcares tiene un papel determinante y beneficioso para el fortalecimiento del microbioma del recién nacido.
Precisamente la leche materna de los primeros días está repleta de azúcares, también contiene gran cantidad de proteínas, vitaminas y células con función inmune. Un cóctel perfectamente adaptado para las necesidades de las primeras horas y los primeros días. Ya se sabe que conforme pasa el tiempo, la composición de la 'primera comida funcional de la naturaleza' varía. "La primera leche materna se encarga de favorecer la colonización del intestino por grupos específicos de bacterias", expone el co-autor del estudio, Thierry Hennet, de la Universidad de Zurich. Moléculas como la inmonoglobulina A (IgA) y los oligosacáridos protegen de las infecciones gastrointestinales y favorecen el desarrollo de la microbiota.
La leche materna humana ayuda a sentar las bases para el sistema inmunológico del recién nacido. Su carga de anticuerpos y moléculas frenan el crecimiento de bacterias dañinas y favorecen la coordinación de la actividad de los glóbulos blancos.
Al mes, cuando el niño comienza a desarrollar un sistema inmune, la composición de la leche materna empieza a cambiar. Los niveles de anticuerpos maternos se reducen, al igual que la diversidad de azúcares, pero la leche madura y se enriquece con un mayor número de nutrientes grasos y otros que apoyan el crecimiento infantil.
Esta forma de nutrición lleva años acompañando al ser humano y la lista de ventajas no deja de engrosar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), reduce la mortalidad infantil y la incidencia de enfermedades infecciosas, otitis, diarreas, neumonías o infecciones de orina. A largo plazo, también se asocia a menos probabilidades de alergias y diabetes. Además, algunos estudios apuntan que el pequeño experimenta un desarrollo cognitivo más destacado. Los beneficios no se restringen a los más pequeños. En la madre disminuye el riesgo de cáncer de mama y de ovario, de diabetes y depresión postparto. Por todas estas razones, a la leche materna es el 'oro biológico' de la nutrición infantil. De hecho, una investigación publicada a principios de este año señalaba que incrementar la lactancia materna podría prevenir más de 800.000 muertes infantiles y hasta 20.000 fallecimientos por cáncer de mama cada año en el mundo.
"La leche materna es un producto natural de millones de años de evolución que ciertamente posee los nutrientes óptimos para un recién nacido y sus siguientes etapas", apunta Lubor Borsig, otra de las firmantes del estudio. De hecho, la OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida y después propone complementarla con alimentos como fruta, verdura y carne hasta el año. Sin embargo, apostilla Borsing, "son las familias las que deben tomar la decisión en cada caso, no los científicos.
Lo que los investigadores pueden hacer es seguir trabajando en la comprensión del papel de las diferentes moléculas de las que se compone la leche materna, algo que ahora resulta más fácil que hace unos años, gracias a los avances en tecnología de secuenciación de genes". En los próximos años, confían los dos autores de la revisión, se conocerá mejor el rol de las hormonas de la leche materna humana y el papel exacto de las diferentes poblaciones bacterianas en el intestino del bebé.
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